SUEÑOS IMPLACABLES

A veces no hay mayor pesadilla que los sueños aplastados. Los sueños que nos hacen revivir los sueños rotos, los anhelos perdidos y frustrados. No nos persigue nadie, ni se nos aparecen monstruos, pero el inconsciente reconoce aquello que es la pura realidad con la que debemos enfrentarnos. Y en la noche vivimos de nuevo lo mismo que la vigilia.
Los sueños en los duelos suelen ser de este tipo: nos recuerdan que quien queremos está muerto, que perdemos lo que perdimos. Son implacables.
La buena noticia es que una vez que aceptamos con todo nuestro ser que perdimos aquello que amamos, empezamos a estar preparados para proseguir el camino, reorganizando nuestra vida con nuevos afectos, vínculos y oportunidades.
A veces nos resistimos a reorganizar nuestra vida. Si desaparece el dolor y la añoranza, se va también definitivamente de nuestra vida lo amado ido. Pero no es así. Simplemente el amor que sentimos y el amor que nos dieron se metaboliza para formar parte de nuestra médula. Se transforma en parte de nosotros, o mejor dicho, es nosotros mismos.

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