HABLAR CON ALGUIEN

Que alguien escuche con empatía nos hace sentir conectados con otra persona y en intimidad, y eso es sanador. Es por eso que creo en los grupos de autoayuda, pero no creo en la lectura de los libros de autoayuda en soledad. Es el comentario con otro lo que nos ayuda y hace posible que esas ideas tan maravillosas que dan las citas en los libros y en las citas del "coaching"se puedan ver encarnadas, y no sólo repetidas como un papagayo. Tener una idea o una creencia solo a un nivel cognitivo no sirve para que se integren en el nivel emocional y sensoriomotriz. El pensamiento, la emoción y la acción pueden estar disociados y si alguien no nos ayuda, no podemos integrarlos. ¿Por qué pasa esto? Porque somos seres sociales y nuestro psiquismo individual, paradójicamente, se forma siempre en relación con otros seres humanos.

Pero en el tema de los conflictos no sé si hablar es siempre el remedio. Que lo diga una psicóloga puede tener delito... las recetas de resolución de conflictos siempre dan la pauta de hablar de lo que nos ha molestado o nos duele. Sin embargo, no siempre las dos partes están en igual disposición de escuchar al otro, precisamente por eso que he comentado antes de que pensamiento, emoción y acción no siempre están integrados. Hay personas frágiles, que no pueden asumir su parte de  responsabilidad  en el conflicto (acción), que tienen una tendencia a distorsionar la percepción y se hacen una representación (cognición, pensamiento) de lo sucedido que no es exacta. Necesitan ver la realidad de una forma que no les haga tambalear en su identidad, o que no les cargue con una culpa (en realidad responsabilidad, aunque se puede sentir como culpa) que no tienen fuerza para asumir; quizá porque lo sienten como un fallo como persona (un fallo de identidad)  y no sólo simplemente como un error que se puede reparar. O tienen una autoestima basada en una imagen grandiosa de sí mismo/a y cualquier equivocación rompe el espejo.
Seguro que todos podréis pensar en alguien al que le pasa esto, o incluso, podemos recordar alguna época en la que no podíamos escuchar que nos dijeran ciertas cosas.
El hecho es que a veces es mejor callar, y esperar que el otro pueda oírnos. Forzar una conversación sólo puede llevar a un desencuentro mayor y a decir cosas que ahonden en la herida en vez de curarla.
Enfrentar un conflicto con quien no es capaz de ver lo que hace genera impotencia. Al final, pretender una negociación, un acuerdo o una reparación es luchar por una causa perdida. Hacerlo es enfrentarse a una invisibilización de nuestros sentimientos, a un ninguneo, a la incomprensión.

Para algunas personas, aprender a negociar y resolver conflictos implica hacer una terapia previa para redefinir su identidad y su autoestima. En algunos casos, por desgracia, la única opción es alejarse de la persona que nos daña.


Ana Cortiñas

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