ELECCIONES

Una moda de la Psicología de las organizaciones hizo entender la toma de decisiones como un balance entre los pros y los contras de cada una de las posibles elecciones. Nos hizo enseñar a los clientes a valorar cada una de las ventajas y de lo
s inconvenientes de cada posibilidad, dándoles una nota para ayudar a tomar la decisión.
Esta moda intenta minimizar la impulsividad, y dar objetividad a cada posibilidad para que sea una elección meditada.
La realidad es que cualquier decisión está basada en la emoción. Cada elección es una mezcla de riesgos (miedo) e ilusiones, no es una cuenta de pros y contras.
Las decisiones necesitan madurarse. Debemos cocinar a fuego lento nuestros miedos y valorar si somos capaces de arriesgarnos, si seremos capaces de soportar el fracaso, si podremos sobrevivir a la frustración. Incluso también, si sabremos manejar el éxito.
Gran parte de ese proceso se hace de forma inconsciente y sólo poniendo conciencia, siendo capaces de reconocer nuestros miedos e ilusiones, podemos integrar nuestros deseos en una decisión
La decisión, entonces, cae como una fruta madura...
 
Pero aunque tomar una decisión cuando está madura nos alivia, no siempre será una buena decisión. Será la decisión para la que estemos preparados en este momento. Quizá cuando miremos atrás nos daremos cuenta de que quedamos tranquilos, pero no cumplimos nuestros deseos auténticos. Puede que eso sólo lo podamos saber después, cuando miremos atrás.
Eso nos puede pasar -como he comentado antes- porque a la hora de enfrentarnos a una elección de dar un paso o no darlo, hacemos una valoración, a veces inconsciente, otras no, sobre la capacidad que creemos tener para superar los miedos y afrontar posibles frustraciones. Evidentemente, tomar una decisión que nos evite la ansiedad y el miedo nos deja serenos y tranquilos (evitamos el malestar) pero no nos libera.

Cuando decidimos afrontar aquello que nos da miedo, la decisión que tomamos es liberadora y nos da alas, aún a pesar del fracaso, la pérdida o el conflicto. Aprendemos a volar por encima de las limitaciones que nos imprime el miedo.
Cualquier elección que hagamos es lo que creemos que podemos hacer, y eso es lo que nos deja tranquilos. Y quizá sea lo que mejor podemos hacer... sólo con el tiempo podremos ver si nos crecen alas en la espalda


Ana Cortiñas

 

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