NO ME JUZGUÉIS


Ayer dieron la noticia de que en una guardería se había encontrado en una bolsa a una niña recién nacida, con una nota que decía:
 No me juzguéis; es la decisión más difícil de mi vida

Se intuye que esa madre tomó la decisión, en bien de la criatura, de abandonarla para que alguien pueda criar a esa niña mejor que ella. Es un abandono por amor, aún cuando me pregunto qué es lo que hizo que esa mujer no diera en adopción a la criatura por los canales adecuados, sin tenerla que abandonar de un modo tan dickensiano.

Supongo que el embarazo se llevó en secreto, y el parto fue desasistido; la criatura vino en soledad...

Y es que el acto biológico de la maternidad no es el mismo que el psicológico. A veces nuestro nacimiento es un mero accidente de la fertilidad de algunos individuos; resultado de un acto impulsivo y de una sexualidad muchas veces erotofóbica, pues es un acto mecánico, hecho por impulso y no con la vivencia del ser íntegro. Quién tiene incorporado el deseo y el eros en su vida cotidiana, es capaz de prever las consecuencias. Es capaz de poner medios o vivir la sexualidad con prácticas no reproductivas. Erotismo y reproducción no son exactamente lo mismo, aunque es gratificante saber que un@ está en el mundo por un deseo compartido y placentero.

Desear ser madre puede ser un acto transformador; serlo sin deseo, es un acto esclavizante.

Desde luego que es valiente aquella mujer que da a su hija a otros para que la cuiden mejor. Y es un fallo de su entorno, de su familia, de la sociedad en general que separa Eros de la procreación, o que condena a procrearse para vivir el deseo.

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