ZONA DE CONFORT Y LAS RELACIONES DE APEGO

 
Una de las últimos temas que he visto que se han puesto de moda en las páginas y blogs de coaching, es el de la zona de confort y la zona de aprendizaje.
Se refieren a la capacidad de salir más allá de lo conocido y de lo que está en nuestro círculo de calidad para arriesgarse por terrenos desconocidos y aprender nuevas cosas.
En estas páginas de motivación al crecimiento se anima a salir de la zona de confort, con un cierto trasfondo de moralina de que lo que uno debe hacer es siempre salir de la zona de confort, ser emprendedor; por tanto, quien se queda es siempre visto como cobarde y hasta defectuoso.
Pero las cosas no son tan simples... ¿por qué algunas personas pueden fácilmente salir de su entorno más conocido, mientras otras no quieren ni oír hablar de salir?

Uno de los sistemas de motivación humano es el de exploración. Es un sistema que nos hace ser curiosos y hace que nos guste aprender y alcanzar el dominio de nuevas habilidades. Es un sistema universal, que se observa en la temprana infancia, cuando los bebés lo tocan todo y lo prueban todo, y en cuanto ya se pueden mover, lo exploran todo.

Pero para que este sistema de motivación se active, debe estar el sistema de apego desactivado. Esto quiere decir, que nos tenemos que sentir tranquilos, sin malestar; debemos sentirnos seguros para explorar porque confiamos en que si algo nos diera miedo o nos hiciera sentir mal, habría una forma, normalmente alguien, que nos ayuda y nos consuela. En el desarrollo humano, eso significa que cuando nos volvemos adultos confiamos en nuestros recursos para superar los retos y que el nivel de miedo es soportable. Un miedo muy intenso limita a todas las personas el interés por explorar y aprender.

Hay personas, entonces, que no quieren salir nunca de su zona de confort. Salirse de eso implica tener que enfrentar niveles de ansiedad y miedo intolerables, que no se saben manejar. Por eso es preferible lo malo conocido que lo bueno por conocer. El caso más exagerado y ya patológico, es el de la agorafobia, donde ni siquiera se puede salir a la calle sin una compañía que de seguridad.
En la otra cara de la moneda, también hay formas exageradas de exploración en personas que necesitan tener experiencias adrenalínicas continuamente, hasta el punto de ser temerarias.

Elegir vivir siempre en la zona de confort es un derecho que tendríamos que tener todos sin esa sensación de ser juzgados por la moda bien pensante de "usted se crea su propia realidad". Hay personas que serán prudentes toda su vida, y el mundo también necesita de la prudencia y de tener los pies en tierra. No todos podemos ser exploradores, emprendedores y empresarios. Algunos son necesarios para que formen redes de seguridad que ayuden a los que exploran cuando se equivocan.
Pero también es verdad que debemos escuchar nuestros deseos profundos. Hay personas que no sentirán el deseo de explorar, pero otras lo tienen y lo desoyen por miedo. ¿Qué hacer en estos casos?

Quizá ahí es importante un trabajo personal de conectar con nuestros recursos para superar el miedo y la ansiedad. Para ello puede que sea necesario establecer una relación que nos proporcione un apego seguro, que podamos crear una seguridad ganada y nos de la base necesaria para atrevernos a explorar.

Ana Cortiñas

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