RELATOS

Pintura de Walter Langley
Nuestro cuerpo guarda unas memorias que nos hacen reaccionar, conserva un legado
de generaciones anteriores que nos coloca en el mundo como un eslabón de una cadena que pasa de padres a hijos, de hijos a sus hijos. Dicen que venimos al mundo solos, pero eso no es cierto. Venimos al mundo en compañía de una familia de fantasmas que velan por nosotros o, por el contrario, son esas brujas malas que nos maldicen a pincharnos con la aguja de una rueca, o nos leen nuestra carta natal marcando un destino. Quizá seamos como bellas durmientes o Edipos condenados...

Nuestra historia cobra sentido a través de los relatos que nos podemos contar, nos cuentan o contamos. Las palabras estructuradas en un esquema narrativo nos dan raíces, nos dan un por qué, nos dan comprensión sobre nosotros y la vida.
Nuestros aprendizajes, nuestras memorias nos controlan si no las podemos comunicar. Son el tacto y la palabra lo que nos conectan con los demás y nos hacen sentir comprendidos, amados, interconectados. Y nos vuelven conscientes de nuestros mitos y guiones.
Una historia contada a tiempo nos despierta como si fuera un príncipe azul que nos besa. Una historia no contada o contada a destiempo nos condena a acabar ciegos como Edipo.

Mi historia está cargada de emigración y miseria. De tierras natales hostiles, que no nutren a sus hijos, que dificulta el futuro de los más jóvenes. Mis abuelos se conocieron en el barco a Brasil, donde el nuevo mundo promete un futuro. Es una historia de superación, capacidad de adaptación a la adversidad y la capacidad de empezar de nuevo. No puedo concebirme de otra manera que no sea admirando  las maravillas de una selva virgen que ofrece su diversidad de vida.
Mis otros abuelos se casaron en contra de sus familias, casándose dos personas de grupos diferentes en una Mallorca antisemita. Sin su coraje y valentía de romper las normas sociales ¿podría estar yo aquí? Seguro que no...su relato de vida me enraíza en la fuerza del amor y en la superación de prejuicios.
Poder contar su historia, que es la mía, me da fuerza, emoción, pasión de vida. No todo fueron rosas. Existen las espinas de la nostalgia, la discriminación, las pérdidas... pero todo es coherente en un relato que cuenta mi vida y me dice cómo ahora puedo transformarla
Escribir es una forma de contar los relatos, de excavar en las memorias profundas y de conjurar algunos fantasmas que quizá  hayan condenado  a nuestras capacidades a no desarrollarse. Escribir puede una forma de arqueología profunda que excava en el profundo azul de nuestra mente

¿Cuáles son vuestros relatos?

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