¿NOS PERMITIMOS ESTAR MAL?
Todos pasamos horas bajas; no sólo horas sino días, semanas, meses
Sin embargo, no todo el mundo se permite sentir el dolor, la tristeza, la ansiedad.
Las razones por las que no nos permitimos sentirlo suelen tener que ver con el aprendizaje de que no es grato para los demás que lo expresemos ;o bien, que pueden tener una intensidad que no sabemos cómo manejarla y eso nos asuste.
Tener miedo a la tristeza, al dolor o el malestar se convierte en miedo al miedo, miedo al malestar. Para no sentir el malestar que nos aterra, podemos disociarnos de lo que sentimos (lo sentimos, pero no somos conscientes), y no lo expresamos, y mucho menos lo expresamos a los demás; o evitamos lo que nos hace sentir mal.
El resultado de esto es una vida regida por la evitación de relaciones o situaciones. Y si lo hacemos nos relacionamos sin compromiso, para no sentir demasiado. Con suerte, nos montamos toda una filosofía al respecto. Justificamos ideológicamente nuestra forma de vida, como que somos diferentes, no formamos parte del rebaño o somos muy espirituales
El resultado tal vez, puede ser un cuerpo dolorido, enfermo. La enfermedad también nos da una justificación para sentirnos mal, aunque yo no creo que eso sea la causa de la aparición de la misma,sino que es un resultado de unas emociones que no tienen expresión ni salida. En cualquier caso, estar enfermos nos ayuda y nos da permiso para poder sentirnos mal.
Otra de las consecuencias de no expresar el malestar es aprender a mostrar un falso afecto negativo: siempre sonreimos, somos simpáticos. En un primer momento, esto nos puede ayudar a tener a la gente a nuestro lado. A la larga, nos impide una relación auténticamente íntima
¿Cómo vamos a intimar si no nos mostramos ni siquiera a nosotr@s mism@s lo que sentimos?
Sin embargo, no todo el mundo se permite sentir el dolor, la tristeza, la ansiedad.
Las razones por las que no nos permitimos sentirlo suelen tener que ver con el aprendizaje de que no es grato para los demás que lo expresemos ;o bien, que pueden tener una intensidad que no sabemos cómo manejarla y eso nos asuste.
Tener miedo a la tristeza, al dolor o el malestar se convierte en miedo al miedo, miedo al malestar. Para no sentir el malestar que nos aterra, podemos disociarnos de lo que sentimos (lo sentimos, pero no somos conscientes), y no lo expresamos, y mucho menos lo expresamos a los demás; o evitamos lo que nos hace sentir mal.
El resultado de esto es una vida regida por la evitación de relaciones o situaciones. Y si lo hacemos nos relacionamos sin compromiso, para no sentir demasiado. Con suerte, nos montamos toda una filosofía al respecto. Justificamos ideológicamente nuestra forma de vida, como que somos diferentes, no formamos parte del rebaño o somos muy espirituales
El resultado tal vez, puede ser un cuerpo dolorido, enfermo. La enfermedad también nos da una justificación para sentirnos mal, aunque yo no creo que eso sea la causa de la aparición de la misma,sino que es un resultado de unas emociones que no tienen expresión ni salida. En cualquier caso, estar enfermos nos ayuda y nos da permiso para poder sentirnos mal.
Otra de las consecuencias de no expresar el malestar es aprender a mostrar un falso afecto negativo: siempre sonreimos, somos simpáticos. En un primer momento, esto nos puede ayudar a tener a la gente a nuestro lado. A la larga, nos impide una relación auténticamente íntima
¿Cómo vamos a intimar si no nos mostramos ni siquiera a nosotr@s mism@s lo que sentimos?
Pintura de Djordje Prudkinoff
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