¿ES DURA LA VIDA?

La vida, implacable, nos enfrenta a su lado oscuro.
Podríamos decir que la vida es dura, pero no sería justo para la vida, porque nos trae lo que nos trae... A momentos es dura, y a otros es amable, y no siempre podemos saber cuándo se presentará de una forma u otra.
Podemos insistir en que depende de nosotros ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero hay realidades que nos enfrentan al dolor inevitable...
Con su insistencia en la juventud, placer y positivismo infantil, nuestra cultura no nos ayuda. Nos separamos del aspecto lunar, cíclico, destructivo, de los procesos de transformación y creación, evitamos el gozo de rendirnos al aspecto vital de lo informe y lo oscuro. Sólo la lucha, el combate, el enfrentamiento y la voluntad de poder parecen ser las armas. Y si nos rendimos, somos esclavos, sumisos, nos falta la voluntad de poder, olvidándonos del aspecto femenino que tiene todo ser humano y que tan necesario es para una vida completa.
Herramientas como la meditación se utilizan para estar siempre serenos, para huir de las emociones que no nos gustan y que se tildan de negativas. Precisamente, eso nos impide encontrar el valor de esas prácticas que surgieron en el contexto de aceptar los aspectos negros de la vida. Las  deidades destructivas, transformadoras, generalmente femeninas, son en Oriente, el aspecto circular de la vida, con sus ciclos de destrucción y creación. En Occidente sólo nos fijamos en la luz.
Descansar en la respiración y en el flujo de energía que nos recorre nuestra espina dorsal, nos debería enseñar a rendirse a lo informe. A rendirse al pulso vital que, sin mediar la voluntad egoica, nos transforma.
Es una fortuna poder aprender a descansar en el pulso del ser, como si pudiéramos volver a sentir el Corazón de la Vida, en un útero contenedor que protege el proceso de transformación, que no depende de una voluntad que a momentos no sirve para nada...
Más allá del aspecto concreto que tuviera nuestra madre personal, es importante para nuestra cultura, y de forma individual en el transcurso de nuestra vida, poder recuperar a la Madre-vida y aprender a descansar, a rendirse y dejar de luchar para que las cosas sean diferentes a como son. Sólo así podremos coger fuerzas para cambiar lo que realmente se puede cambiar.

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