¿QUÉ SE ESPERA DE UN HOMBRE CUANDO ES PADRE?

Llama la atención la cantidad de parejas que se deshacen cuando nace un hijo. O que si no se deshacen, la pareja entra en crisis porque ésta desaparece para convertirse únicamente en una unión de padres, o se descubre la infidelidad del hombre o una adicción... No tengo estadísticas exactas, aunque Boris Cyrulnik describe en su libro El Amor que nos Cura el aumento de los maltratos del hombre a la mujer en el momento en que ella se queda embarazada. Pero creo que la crisis de la pareja en el momento en que se convierten en padres, es una observación de muchos clínicos y terapeutas.

En mis observaciones, el factor clave de la crisis de la pareja, es lo que espera la mujer del hombre cuando es padre, y lo que espera el hombre de la mujer cuando ésta se convierte en madre.

Para una mujer que vive conscientemente la maternidad, a partir del nacimiento el punto de atención principal es el bebé. En el embarazo ya sufrimos cambios en nuestro psiquismo, ya se crea un espacio psíquico al tiempo que crece nuestro vientre. Como me dijo a mí mi ginecólogo en mi embarazo, nuestro cerebro se llena de líquido amniótico... Además,  indudablemente después del parto, nuestra biología nos prepara hormonalmente para activar nuestro sistema de cuidados y focalizar nuestra energía al amamantamiento y cuidado de nuestra criatura.

Fue Winnicott el que dijo que no existe eso que se llama bebé...Es siempre una díada madre-bebé. El bebé es inexistente si no tiene una madre que le contiene y le da identidad. Fue también el que llamó la atención sobre el papel del padre como la figura que protege esa díada y que requiere tener la generosidad para salirse fuera del primer plano de la mujer, y mantenerse en un segundo plano.

Esa generosidad es necesaria para la madre, sobre todo cuando la relación con su madre no ha sido todo lo buena que hubiera sido necesario para poderse sentir tranquila en su maternidad. En el momento en que una mujer es madre, se activa su sistema de cuidados, pero también se activa su sistema de apego, sobre todo cuando es primeriza. Necesita ser cuidada por alguien y sentir que se respeta la díada en la que se ha convertido.

En algunas parejas eso no sucede. La díada no es respetada, no se cuida de ella, y la madre se encuentra que tiene que tener las energías divididas en muchos temas, priorizando al bebé y descuidándose de ella misma hasta el agotamiento, muchas veces. En otros casos, el hombre sigue exigiendo ser el foco de atención. El padre y el niño entran en rivalidad para la madre. Algunos hombres no se mostrarán celosos del niño, (también le quieren...)pero empieza el maltrato para la mujer, o la infidelidad...Así la mujer, como en el estereotipo tradicional, aparecerá en el psiquismo del hombre como la madre de sus hijos o "la otra", la amante; en definitiva,  la doble vida tradicional de muchos hombres en esta sociedad occidental. Antes de que fuera tan fácil y popular divorciarse, había muchos hombres en doble vida; ahora se le llama monogamia sucesiva...

¿Qué se espera entonces de un hombre cuando es padre? Desde luego no esa rivalidad en el papel femenino al que ha conducido una malentendida igualdad de género... Si yo quiero amamantar a mi bebé, no necesito un hombre que le de el biberón. Si mis hormonas hacen que me despierte en la noche automáticamente al primer llanto del bebé, quizá no necesito turnos en la noche (salvo en alguna noche en especial), sino que alguien a mi lado entienda que es una época cansada de mi vida, y me libere de otras responsabilidades, se ocupe de mi bienestar y se incluya, transformándonos, en una tríada.

También una madre necesita de un hombre que la siga viendo como mujer, y que no vaya tras otra en una falsa pasión sexual. Y que cumpla el papel de padre; en ocasiones, jugando y estimulando al bebé; en otras, colaborando en las tareas cotidianas de nutrición y limpieza; en otras, cuidando de la madre sin pedir protagonismo.

Para la mujer, el momento de la maternidad es un reto de integración. Ser madre sin perder la sensualidad, el placer y el goce. Un momento para conseguir que el deseo no se hunda en la obligación del cuidado.

Pero para el hombre, ser padre también es un momento importante de crecimiento en generosidad, protección y cuidado y de sanar un egocentrismo y un narcisismo a los que esta sociedad patriarcal les ha llevado.

Ana Cortiñas

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