LA AUTOESTIMA





Se considera que una de las razones por las que una persona se siente bien psicológicamente es porque tiene autoestima. Tener autoestima sería quererse a uno mismo, pero no todos los que se quieren a sí mismos se sienten bien.
Entonces, ¿qué es tener autoestima?
Si nos fijamos en porqué una persona se siente bien veremos que se considera un ser humano con valor y merecedor de amor. Confía en sus propios criterios y se siente capaz de afrontar los retos de la vida utilizando las adversidades para aprender lo que es verdaderamente necesario, lo que es importante y lo que es secundario para vivir plenamente.
Sin embargo, quizá demasiado influidos por modas americanas excesivamente individualistas, a veces se confunde la autoestima con la autoafirmación personal de nuestros derechos en oposición a los de los demás. Así, a veces se oye decir: “y si no me quiero yo, ¿quién me querrá? Tengo derecho a triunfar, al dinero, al poder (porque yo me lo merezco)…aunque esto suponga perjudicar al otro. Vemos cómo personas con “mucha autoestima” se centran en acumular bienes (una buena casa, un buen coche), en el triunfo personal y consiguen tener muchas cosas que podría parecer que bastarían a cualquiera para ser feliz y, sin embargo, no lo son. Muchos presumen de lo que tienen, pero una mirada más profunda nos hace ver que no es oro todo lo que reluce (“dime de qué presumes y te diré de lo que careces”). Hay suicidios entre los ricos y famosos. Nunca había habido tantas depresiones y ansiedades como en esta sociedad occidental.
Todo esto sucede porque la verdadera autoestima se basa en el sentimiento de valía por el mismo hecho de ser un ser vivo y un ser humano. Es un sentimiento de dignidad (diferente del sentimiento de orgullo) que no depende de lo que seamos o tengamos, sino de formar parte de la vida y el mundo. De este modo, los otros tienen el mismo valor que yo, porque son seres humanos igual que yo. Y el resto de seres vivos también tienen valor porque formamos parte de la misma vida.
La verdadera y sana autoestima es el sentimiento de respeto por uno mismo y los demás.


¿Cómo se forma la sana autoestima?
Cuando nacemos tenemos la necesidad de ser atendidos por un adulto (en general, la madre y/o el padre) para poder sobrevivir. Estamos programados biológicamente para tener una relación afectiva con alguien que nos cuida, nos alimenta y nos debería hacer sentir seguros y confortados. Ser queridos y reconfortados es tan necesario como el  pan y la leche. De hecho se ha comprobado que hay  niños de orfanatos que se dejan morir porque no tienen a nadie que los quiera ni por quien vivir.
Cuando nacemos estamos abiertos a todo porque todavía no podemos saber quiénes somos. Quiénes somos nos lo dicen los demás, los adultos que nos cuidan y nos permiten crecer y madurar. Nuestra familia nos dice, a veces de forma verbal y consciente, pero la mayoría de las veces de forma no verbal e inconsciente: “¡qué feliz estoy porque has nacido!” o “te querré si eres lo que yo espero que seas” o “¿por qué has nacido? No te puedo querer” o “me molestas y me irritas”, etc.
Con estos mensajes recibidos en nuestra más tierna infancia, vamos al colegio y al mundo con esta imagen de nosotros mismos.
Un niño o a una niña al que se le ha dicho “qué feliz soy porque has nacido, espero que descubras todas las oportunidades que te da la vida” se sentirá libre de explorar,  probar sus capacidades y encontrar su propio sitio en el mundo. Se relacionará con el otro desde la idea “te respeto porque como yo, has nacido”.
Un niño al que se le ha dicho “te querré si eres lo que yo espero” se esforzará por cumplir logros y objetivos.
Un niño al que se le ha dicho “me molestas” encontrará normal molestar (“soy un molestón”) y lo seguirá haciendo en el colegio.
Así que nuestras relaciones más tempranas son el inicio de un camino de desarrollo de nuestra personalidad.
Por suerte, las cosas no son tan simples. La sociedad y la escuela, con sus valores y las relaciones que proporcionan nos dan otra oportunidad.
Si la sociedad y  la escuela valoran el triunfo y el logro, muchos de nosotros basaremos nuestra autoestima en conseguir cosas (materiales o fama y status). Sin embargo, no debemos olvidar que nuestra necesidad básica es sentirnos queridos y confortados, no tener muchas cosas. Pero si nos falla lo más básico, podemos sentir consuelo en ser respetados por nuestro dinero o nuestros logros.
Otros niños (los más desfavorecidos) no serán respetados ni reconocidos ni por ellos mismos ni por sus logros. Será más fácil que se sientan ansiosos y deprimidos.




¿Qué podemos hacer para conseguir una sana autoestima si no nos sentimos valiosos ni dignos?
Una forma es encontrar alguien que nos quiera como somos y no por lo que tenemos. Esta otra persona puede ser un amigo, un maestro o una pareja. Pero esto claro, no lo podemos controlar.
Otro modo que permite que una persona que no tenga una sana autoestima pueda tenerla, es conocerse a sí misma y comprenderse. Es necesario saber por qué se siente cómo se siente y cuál es la historia de su vida que le ha hecho tener esa imagen de él mismo y de los demás. Necesita conocer sus emociones y comprenderlas. Esto nos permite ver que lo que sentimos como “yo y lo que valgo” y “los demás y lo que valen” es una imagen,  pero no lo que somos en realidad. Por tanto podemos descubrirlo y sentirnos valiosos por el hecho de estar vivos. Normalmente para los casos más graves, en que esta falta de autoestima nos hace sufrir psicológicamente,  necesitaremos de un buen profesional que sea empático y comprensivo.
Lo que podemos hacer los demás para contribuir a la autoestima de los otros es respetar la dignidad de toda vida humana. Esto no quiere decir que justifiquemos cualquier comportamiento, sino que busquemos formas de cambiar los comportamientos respetando al ser humano.
Debemos reflexionar sobre cómo educamos a nuestros hijos. Es necesario que aprendan lo que hace daño a uno mismo y a los demás y corregirles, sin hacerles sentir “malos o buenos” sino que reflexionen sobre las consecuencias de sus actos.
Necesitamos que se promueva la sana autoestima en las escuelas. Para muchos niños, la escuela es una segunda oportunidad. Que los maestros y maestras, además de matemáticas y lenguaje, conozcan cuál es el desarrollo emocional de los niños es un requisito básico para proporcionar esta segunda oportunidad.
Y también necesitamos reflexionar sobre la sociedad en qué vivimos y de qué modo nuestro comportamiento afecta a lo que nos sucede. Cuando somos adultos, no somos víctimas pasivas de la vida. Si respetamos a los demás es mucho más probable que nos respeten. Si todos fuéramos conscientes de cómo nuestros comportamientos nos afectan a nosotros mismos y a los demás, ¿no sería más fácil sentirnos bien?


  Ana Cortiñas 




                                    

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