DESASOSIEGO

La literatura psicológica está llena de textos sobre las emociones básicas, pero hay pocos textos referidos a sentimientos complejos como el hastío o el desasosiego, quizá porque descubrirse hastiado o desasosegado implica una mayor capacidad de reflexionar sobre los estados mentales, y tener un vocabulario emocional que no siempre la educación emocional que hemos recibido nos ha dado. Puede ser que estos sentimientos tan complejos sean patrimonio de los poetas, pero me ha parecido interesante hablar sobre ellos porque en mi experiencia, siempre que se nombra lo que se siente en el cuerpo, se produce una integración sentida que nos da alivio. Poderlos nombrar, aunque sea en forma de metáfora, nos permite ir desarrollando nuestra creatividad, nuestra capacidad de manejarnos en la vida y comunicarnos.

El desasosiego forma parte de la familia de la ansiedad y el miedo. Cuando estamos desasosegados no tememos nada en concreto, ni tenemos en perspectiva un hecho al que enfrentarnos que nos cause ansiedad, sino que tenemos un estado de intranquilidad que no nos deja descansar. Algo flota en el ambiente que no acaba de definirse, o quizá estemos esperando el desenlace de alguna cosa que no sabemos cuándo ni cómo puede acabar.

Nuestro desasosiego no nos deja estar en paz en ninguna parte: no podemos estar sentados, pero tampoco los pies nos llevan a ninguna parte...¿qué nos puede serenar? Algo nos descentra pero no podemos saber cuál es la situación en la que nos podemos sentir centrados.

Desde mi experiencia, yo diría que el desasosiego tiene que ver con una parte de nosotros que se encuentra en conflicto, como dos deseos contrapuestos (estar solos pero necesitar compañía), o un deseo profundo pugna por salir. Nuestras vidas pasan por ciclos y etapas, y el desasosiego puede ser el primer aviso de que necesitamos cambiar, o que ciertos aspectos nuestros quieren ser desarrollados. Quizá sea el momento de aceptar un reto, o hacer un cambio, o escuchar un deseo muy profundo.

El desasosiego nos pide que nos escuchemos. Para los que practican meditación, que les ayuda a tomar conciencia de lo que surge en la conciencia corporal o mental, será más fácil re-centrarse y escuchar lo que nuestra intranquilidad nos dice. Escribir lo que este sentimiento nos sugiere en imágenes y palabras servirá también para desarrollar nuestra mentalización y hasta nuestra creatividad poética.

Lo importante en estos sentimientos es no huir de ellos y poder escuchar su mensaje

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