¿QUÉ PODEMOS APRENDER MEDITANDO?

Desde los años 60 hemos visto un progresivo aumento de las técnicas espirituales y meditativas orientales en Occidente. Y si en los años 60-70 se hablaba de Psicoterapia del Este-Psicoterapia del Oeste (como así se tituló un libro de Alan Watts), hoy en día ya ha surgido una nueva escuela de psicoterapia occidental basada en la mindfulness (atención plena)
Son también muchos los estudios que se han hecho sobre los beneficios sobre el cerebro de la práctica de la meditación. Las práctica meditativa tiene efectos benéficos sobre la activación cerebral y la integración de los dos hemisferios. Estos beneficios redundan en una mejora de la calidad de vida y en efectos concretos sobre los síntomas que provoca el estrés en el organismo humano. De este modo, las técnicas meditativas de la atención plena ya son utilizadas en las clínicas de estrés, por su relación directa con la regulación de la hipertensión, el dolor crónico y el estado ansioso-depresivo.

Pero una de las cosas -desde mi punto de vista- que podemos aprender en la práctica de la meditación es a tomar distancia de nuestros estados emocionales y mentales. En la meditación aprendemos a experimentar todo lo que surge en nuestra conciencia sin engancharnos en ello y sin identificarnos totalmente con nuestros estados mentales. Aprendemos a tomar conciencia de todo lo que experimentamos e incluso, lo que hacemos con lo que experimentamos. Aprendemos a ser capaces de quedarnos con las experiencias llamadas negativas y en la experimentación de su proceso, podemos sentir cómo van y vienen, se forman, se mantienen y se transforman.
Aprendemos que eso que llamamos vida humana, es un proceso de conciencia que experimenta. En ese proceso, la vida es mutable, cambia, se transforma. Podemos sentirnos tristes, pero no es una tristeza estática cómo nos dicen los juicios y los pensamientos, sino que fluctúa y no siempre tiene la misma intensidad. Incluso en los momentos de desesperación, hay momentos dulces. En las pérdidas, quedan los recuerdos y lo que esos recuerdos nos han cambiado como personas... Aprendemos a identificarnos con ese proceso de experimentación y no con ciertos estados, que como dice el término estado se refiere a un momento concreto del ser, pero no la esencia.

El aprendizaje de que todo cambia es muy importante para enfrentarnos a las adversidades de la vida. Frente al pesimismo podemos creer que es el optimismo el antídoto. Pero para una persona que no se siente optimista, hacer el esfuerzo de "pensar en positivo" sólo puede, en el mejor de los casos, programarla para sentir una falsa alegría mientras la depresión va por dentro y mina su salud, por ejemplo.

No identificarse con los estados (¡aunque sí experiementarlos con conciencia!) sino con la conciencia de ser, es el gran regalo de la práctica meditativa.

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