FANTASMAS EN LA GUARDERÍA O LA CADENA DE TRASMISIÓN GENERACIONAL

Visitantes del pasado olvidado, las visitas sin invitación del bautizo

Fantasmas en la Guardería. Selma Fraiberg


Muchas veces, haciendo las historias familiares de la gente que me consulta, aparece una cadena a lo largo de las generaciones de historias similares o a veces totalmente contrarias, pero que finalmente se explican por lo que pasó antes. Por ejemplo, de niño/as fueron maltratados/as y ahora le dan todo lo que pide su hijo porque no quieren que lo pase igual de mal; o son mujeres maltratadas que, a su vez, tuvieron madres maltratadas; o se hacen cargo del bienestar emocional de su pareja, porque ya tuvieron que hacerlo de sus madres... Hay una cadena entre lo que pasó en su familia de orígen, o lo que pasaron sus padres en sus familias de orígen, que da sentido a lo que sucede ahora. Son los Fantasmas en la guardería de los que habló Selma Fraiberg.

Lo que digo no es una simple teoría. Los estudios longitudinales que se han hecho (Minnessota; Londres, por citar los que más conozco) dan razón a lo que los clínicos décadas antes observaron. Los vínculos de apego se repiten de una generación a otra a no ser que se haga una reflexión y una elaboración emocional sobre lo sucedido.

Muchos dirán y pensarán a mí me maltrataron y no he maltratado a mis hijos. Cierto. No siempre la cadena se repite. Afortunadamente, las nuevas experiencias emocionales y de pareja rompen el eslabón de la cadena. Puede ser una terapia también, o una maestra bondadosa los  que giraron el destino.
Pero siempre, siempre que alguien maltrata, algún tipo de trauma tiene detrás.

Otras veces el trauma se trasmite pero toma una forma diferente. Hay madres o padres que fueron maltratados, y ahora se vuelven demasiado permisivos, criando una criatura en una burbuja de sobreprotección y conviertiéndolo un tirano. O trasmiten unas expectativas que hacen cautivo al hijo o la hija. O a veces rivalizan o envidian a sus propios hijos o hijas, o esperan ser cuidados por sus propios desdendientes. Los fantasmas son una especie de ectoplasma que se adapta a la forma del contexto.

¿Cómo se hace esto posible? Desde luego, no suelen aparecer de forma evidente. Los fantasmas no se ven a simple vista, a no ser que se tengan las herramientas necesarias para observarlos. Los mecanismos son sutiles e inconscientes, y se encuentran en el nivel de las microinteracciones; estas interacciones, vista cada una por separado, parecen sutilezas y nimiedades. Pero repetidas una y otra vez a lo largo de los años de infancia, construyen los modelos internos por los cuáles después nos comportamos. Por ejemplo, un bebé desde el primer momento puede parecerse al abuelo. Y el recuerdo del abuelo puede que haga que se interprete su llanto como un fastidio, en vez de un grito de demanda de consuelo. La cara con la que la madre o el padre atienden al bebé, lo que se le dice para consolarle, o lo que se le susurra, puede ser muy diferente.... Como dice el psicólogo Daniel Stern, cualquier factor que incide en la familia, se vivencia al nivel microinteraccional.

¿Cómo deshacer el entuerto, romper la cadena?
Se requiere mirar atrás, llorar lo que se tenga que llorar, sentir la rabia que se tenga que sentir, para poder ir hacia delante. No basta la simple consciencia de que "no quiero que se repita". A veces, lo que se ha vivido no ha permitido los aprendizajes necesarios para cambiar del todo las relaciones con los hijos. Por ejemplo, hay padres a los que les gustaría jugar con sus bebés, pero no saben hacerlo. Tampoco saben darles la estimulación afectiva necesaria para que se desarrollen bien, aunque su intención es hacerlo. No se pueden cambiar las cosas a veces por simple voluntad. Hay que aprender...

Es bueno, entonces, pedir ayuda. Por desgracia, los libros de autoayuda no sirven para aprender lo que se necesita. Los libros de autoayuda pueden servir para hacernos conscientes, pero necesitamos que nos modelen nuevos comportamientos para poder cambiar realmente en el día a día.

No basta la voluntad. Nos necesitamos los unos/as a los otros/as.

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