FRENTE AL RECHAZO Y LA HUMILLACIÓN

Nuestros monstruos y dragones a los que no nos queremos enfrentar suelen ser el rechazo y la humillación que nos haga otro. No nos atrevemos a hacer algo, o a enfrentar nuestros deseos y sueños porque solemos anticipar el fracaso, el rechazo y la humillación frente a los demás.
Rechazo y humillación forman parte de nuestra vulnerabilidad. Cuando nos sentimos vulnerables suele ser eso lo que hay detrás.

Dolor, rabia, vergüenza y culpa es la mezcla del sentimiento de haber fracasado y/o haber sido humillados. Se siente rabia porque el otro nos humilla, o nos sentimos deprimidos porque lo hacemos mal; no somos suficientes para el otro, somos los culpables de la pérdida.
Mucha violencia se ejerce bajo la justificación de la defensa del honor. El otro nos humilla con su mirada de superioridad y nosotros utilizamos la rabia para defendernos de esa mirada. Se producen toda una suerte de duelos privados ahora que los duelos ya no forman parte de lo público.
 Muchas depresiones se gestan en la superioridad del otro...realmente hay razones para que el otro nos deje, nos ofenda o nos rechace.

En cualquier caso, más allá del dolor normal que nos cause el rechazo, el fracaso o la pérdida, todo el resto de sentimientos suelen mostrar una autoestima frágil, basada en la dependencia de la mirada del otro más allá de nuestra infancia, que es el momento evolutivo en donde realmente esta dependencia es real. Al dolor se suma el sufrimiento, porque al primer golpe de la frustración de nuestro deseo, todas las representaciones mentales que añadimos al hecho en sí, nos dan un sufrimiento añadido.

Cuando estamos conectados a nuestra dignidad intrínseca a ser humanos, la vulnerabilidad se siente de otra manera. Somos vulnerables al dolor, pero sentirlo significa que nos hemos atrevido a vivir el deseo, que la fuerza de la vida nos ha empujado a arriesgarnos y a vivir. El otro puede que haya querido humillarnos con su rechazo, pero su representación de lo vivido no es la nuestra... Cuando alguien está conectado con la dignidad intrínseca del ser, la voluntad del otro de humillarnos muestra más de sus carencias que de las nuestras. Si alguien necesita humillar para sentirse bien, significa que tiene una autoestima muy frágil; algo no funciona bien en su interior
Sentir dolor no es exactamente lo mismo que sufrir, porque en el sufrimiento añadimos el dolor que nos producen las representaciones internas de lo sucedido. y si la realidad es siempre una representación, elijamos entonces aquella que nos favorezca: la vulnerabilidad es la capacidad de sentir dolor; y sentir dolor es una  prueba de nuestra capacidad de desear y de amar, aunque fracasemos o perdamos...¿qué hay de malo o de humillante en ello?

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