UNA PREGUNTA SOBRE LA MALDAD

Si hay algo inquietante son los niños perversos. Esos que hacen aquello que más te disgusta, como romper tus flores o pisarle la cola al gato. Parece que saben sacarte de tus casillas y que fastidiar es su deporte. Rompen con ese prejuicio, a fin de cuentas, de que todos los niños son inocentes y amorosos, y que la bondad es el paraíso perdido de la infancia.
A veces los niños perversos no son hijos de padres perversos. Puedes ver como sus madres indefensas intentan educar a unos niños que les ganan en picardía y mezquindad, y que no saben qué hacer con las quejas de los maestros.
Una mirada profunda a la infancia perversa muestra niños que no saben que hacer para sacar a sus madres de la indefensión y de la apatía, para que muestren un asomo de autoridad que les proteja.
¿Y si la maldad fuera fruto de la impotencia?


Pintura de Liese Chavez

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