LA HISTORIA OFICIAL
Las historias oficiales nos dan una representación de las cosas, de los demás y el mundo que nos hacen relacionarnos de una manera diferente si la representación es una u otra. No es lo mismo hablar de "Guerra al Terrorismo" que "vamos a defender nuestros intereses petrolíferos en la zona" o "vamos a sofocar cualquier pensamiento disidente al nuestro"
Pero las historias oficiales no sólo se dan en la interpretación de los eventos sociales e históricos.
Hay muchas familias a las que les ocurre eso. En muchas se da una historia oficial sobre ciertas cosas y eventos que sucedieron en su pasado, o en el mismo presente, pero los actos no se corresponden exactamente con lo contado oficialmente. Por ejemplo, hay padres que hablan de su enorme sacrificio por sus hijos, cuando en el fondo tienen otra motivación. Recuerdo una madre muy sobreprotectora, que quería que a su hijo no le pasara nada (eso decía), pero que en realidad quería evitar su sentimiento de soledad si el hijo se iba, con lo que socavaba cualquier acto de autonomía. O padres que maltratan por el propio bien de sus hijos, como un padre que me decía que pegaba a su hijo para que no fuera delincuente; o que un hijo murió por un accidente, aunque fue un suicidio. Muchos padres dan una explicación a sus actos que no corresponde con el acto en sí. A veces esto se hace para evitar la retraumatización, pero en otras, para esconder las verdaderas motivaciones.
Esas disonancias entre la historia oficial y la más coherente con lo que la persona demuestra en sus actos, se ve también en la narración de las personas. Hay discrepancias entre su memoria semántica (la que registra las cosas de forma verbal; por ejemplo, tuve una buena infancia) con la memoria episódica (no se puede recordar ningún hecho en concreto que ilustre esa buena infancia, o se narran hechos donde tiene que haber sufrimiento).
Desmontar esas historias oficiales puede ser muy costoso. Imaginad tener que conectar con el dolor del egoísmo de un padre, en vez de con su amor, o descubrir que tu padre es un torturador extra o intrafamiliar, o descubrir un gran secreto. Sobre todo, porque una característica humana es que, en situaciones de disonancia cognitiva, tendemos a elegir lo que nos deja más tranquilos, pero no suele ser lo más real.
No desmontar las historias oficiales, sin embargo, puede ser mucho más costoso, aunque el coste sea inconsciente. En casos muy extremos, se produce una disociación. Hay personas que se encuentran haciendo cosas y no saben por qué. Algunas veces muy, muy extremas, hay personas que se encuentran en una ciudad diferente y no saben cómo han llegado hasta allí.
Otras personas pueden autoboicotear su felicidad, quedándose al lado de padres y madres que les impiden la autonomía. Otras personas se quedan con parejas abusadoras, y así un largo ejemplo de situaciones donde uno se dice lo que debería sentir pero no es lo que en el fondo siente.
Hay diferencias entre como ocurrieron las cosas y su interpretación o representación que se da de ellas en una historia oficial. Pero no me refiero aquí a que las cosas pueden verse de múltiples maneras, como en el vaso medio lleno o medio vacío del optimista-pesimista. Sino a que las cosas se sintieron de un modo diferente a como nos dijeron que se tenía que sentir lo que ocurrió. Los abusadores hablan del cariño a sus hijos, pero eso no quita la invasión a sus cuerpos... ni todas las consecuencias que esos hechos han producido después. ¿Por qué mi vida es tan desgraciada si a mí me quisieron tanto? ¿Por qué me deprimo si lo único que recibí fue amor?
Reescribir la historia no oficial es todo un proceso de investigación, descubrimiento y toma de conciencia. No es fácil, pero es un trabajo que nos permitirá vivir nuestra vida de una forma auténtica...
Ana Cortiñas
Ana Cortiñas
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