TENER BUENA ONDA

Tener buena onda es sólo una manera de decir si estamos a gusto con una persona, si nos inspira confianza y estamos en sintonía con ella.
Tener buena onda o que nos da buenas vibraciones, a veces se entiende por el campo energético que emite una persona, algo un poco místico y hasta esotérico.
No pongo en cuestión la emisión vibracional o el aura de las personas, algo que no es material y que se percibe con un sexto sentido o la intuición, pero estar en sintonía con una persona no es algo esotérico, sino que forma parte de los aspectos inmateriales e inconscientes de la vida, pero no por ello menos reales en la dimensión en la que vivimos en la vigilia normal de una persona.

Estar en buena onda es la base de la relación primaria de apego y la que luego servirá de base en las relaciones futuras. Una persona está en sintonía cuando cumple con unos aspectos de la comunicación humana no verbal. Es el envoltorio prenarrativo en el que se inserta posteriormente lo verbal. Estar en sintonía es resultado de la interacción, es un producto de una díada, no sólo una característica o responsabilidad de una persona, excepto cuando la relación se da entre una madre y su bebé, que es la madre (o el padre) el responsable de ponerse en sintonía con su criatura; aún así, siempre será una característica de la relación y no sólo de una persona.
Y dicho todo esto ¿qué es tener buena onda?

Siempre, y de forma inconsciente, percibimos aspectos de la comunicación que no son verbales, y que tienen que ver más con aspectos musicales: Iniciamos, nos paramos, hay una frecuencia, una intensidad, una vitalidad y una cadencia en la forma en la que nos comunicamos. Estamos en sintonía con otra persona cuando encajamos con estos aspectos comunicacionales con la otra persona: cuando el otro tiene una cadencia que anuncia el fin de una frase, nos preparamos para contestar, esperamos que acabe, nos movemos corporalmente según su intensidad y la frecuencia de sus cambios de ritmo, respondemos con la misma vitalidad, nos entonamos con su intensidad y lo mismo hace la otra persona con nosotros.
¿Somos conscientes de todo esto? No, normalmente sólo somos conscientes de si tenemos "feeling" con esa persona, si nos sentimos a gusto y comprendidos. Sin embargo, aún siendo aspectos inmateriales, eso es algo que podemos observar en un vídeo de una conversación o un intercambio entre dos personas. Podemos ver cómo la cabeza de la madre hace gestos que siguen el ritmo y la intensidad de las vocalizaciones de un bebé, si una pareja cuando discute se miran y se confirman, o bien hacen gestos desconfirmadores, o su cuerpo no acompaña cuando el otro habla...

Analizar estas microinteracciones nos hace conscientes de muchas cosas que no podíamos explicar, y nos permite también ver la película interna de cada uno de los protagonistas de la relación, que aunque parezca mentira, se reflejan en la sintonía-desintonía de la relación.

Esto es la base de la comunicación humana, Es crucial en las relaciones madre-bebés (se pueden utilizar para predecir el tipo de apego en un momento tan temprano como los 4 meses de un bebé), pero es crucial para todo el ciclo vital. Lo verbal, que nos parece tan sumamente importante a los adultos, se inserta siempre en este envoltorio preverbal, y es básico para la comunicación afectiva y emocional.

Filmar un vídeo de un intercambio entre dos personas y hacer una análisis de esas microinteracciones se ha revelado de una utilidad crucial en los procesos de terapia de relaciones de padres-hijos de cualquier edad, y de relaciones adultas como las parejas.
Ana Cortiñas


(Mi agradecimiento al investigador y psicólogo clínico Georges Downing, por trasmitir tan bien sus conocimientos para aplicar esta técnica, y con el que aprendo tanto)

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