¿QUÉ ES ESO DE PONER LÍMITES?

Una oración frecuente de los catecismos de la parentalidad, es que se deben poner limites a las criaturas. Normalmente, poner límites se entiende como decir no, basta, no puedes hacer eso...; significa permitir que los niños se frustren en dosis adecuadas a su edad, para que vayan adquiriendo el control de impulsos y sepan contenerse. Deben aprender a tener tolerancia a la frustración

Sin embargo, poner límites es contener. Contener las emociones para que los niños vayan aprendiendo a regular sus emociones y a expresarlas de una forma adecuada. ¿Y eso se consigue diciendo no? Pues no...por lo menos, no siempre.

Nicoletta Tomás
Una de las falsas dicotomías entre los educadores en general (no sólo los padres) es la de contraponer empatía y límites. Se cree que si comprendes a alguien, le justificas o consientes sus comportamientos inadecuados o dañinos. Se cree que si comprendes, te confundes con las emociones del otro y que poner límites es siempre una confrontación a lo que desea el otro, o una contraargumentación a lo que dice.

Nada más lejos. Todo el mundo se olvida de que la vida humana empieza en la amorosa contención (por tanto, límites) de un útero materno.
Nicoletta Tomás
Cuando a una criatura se le da empatía a su malestar o a su rabieta y se comprenden sus sentimientos, se están poniendo límites. Las palabras con las que el padre o la madre reflejan empáticamente los sentimientos de su bebé o pequeño, simbolizan los sentimientos y permiten comunicarlos, con los que ya se pone un límite a la expresión descontrolada de los mismos. La expresión permite el diálogo, la explicación, por tanto si a una criatura se la tranquiliza, será más fácil que las cosas se puedan resolver en un acuerdo, en un cierto consenso o, en el caso de los bebés, en una disminución de su malestar y estrés. Se aprende entonces que el malestar se resuelve, que existe una forma de comunicarse en donde los límites personales se tienen en cuenta y se comprenden los sentimientos.

Supongo que alguien pensará "claro, ¿pero qué pasa cuando un niño se encapricha con un juguete, una chuche o en querer saltar por una pared?
Evidentemente el límite será decir no. Pero no porque no, sino porque si quieres jugar, comer chuches o lo que sea, lo puedes hacer en otro momento o de otra forma. La empatía sombre el deseo de la criatura es importante porque el niño puede entender que le dices no para protegerle, no para fastidiarle, no por un ejercicio de poder...

Poner límites es también un ejercicio interno de los padres. Poner límites también es respetar la persona diferente a los padres que es el bebé. No por tenerlo siempre en brazos se contiene, porque la necesidad de autonomía y de dominio de sus habilidades va aumentando mes tras mes. Aquí señalaría los peligros de que los bebés, más que ser vistos como personas diferentes pueden ser utilizados para satisfacer nuestras propias necesidades de apego o narcisistas. Cuando alguien carga encima al bebé, le da una lactancia prolongada ¿es siempre garantía de una crianza con empatía y límites? No, necesariamente. Habrá veces que no podemos juzgar por las formas que adopta la crianza, sino que dependerá de las representaciones internas que se tienen de los límites individuales y dónde se sitúa a la criatura en el mundo interno del padre y la madre. Pero eso será el tema de otra entrada...



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