MALTRATOS EN LA VEJEZ: AMAR ES UNA FACULTAD, CUIDAR ES UN DEBER

Ilustración hiperrealista de Paul Caden

Desde luego que el perro sabe más por viejo que por perro. Ya hice una entrada en donde hablaba de mi experiencia sobre el cuidado de mi madre con Alzheimer y ahora, nada de lo que lo que cuenta una cuidadora o cuidador de un familiar con Alzheimer me sorprende. Son muchas  las sensaciones, sentimientos y experiencias que comparto con todos ellos.
Ahora, en revistas profesionales, coincidentes con la muerte de mi madre y el reparto por la herencia con mi hermana, una sincronicidad junguiana pone en conocimientos los datos del maltrato en los ancianos.

El número de ancianos maltratados es en gran parte desconocido. Se puede llegar a cifras del 15%, aunque un silencio social hace creer que hay un gran número de malos tratos que no salen a la luz, y eso es fácil de entender por el perfil de la víctima: mujer que vive sola y padece demencia. No obstante no sólo hablamos de maltrato físico;  no hay que olvidar que también hay violencia de género y, sobre todo, maltrato emocional y psicológico por abandono. Se debe tener en cuenta que el maltrato se define también como omisión del deber de cuidar.

A veces, como en mi caso, uno de los hijos se hace cargo del cuidado de su madre o padre, mientras otros omiten y abandonan. Como que el anciano o anciana no está abandonado, es extraño que el hijo o hija que se hace cargo pueda reclamar y denunciar la actuación que hace el hermano o hermana que abandona, porque la persona mayor se encuentra protegido por el o la que se hace cargo. Pero el maltrato también se define por omisión del cuidado que cause dolor. He sido testigo de esto al inicio de la enfermedad de mi madre, que observaba con impotencia el daño que sufría ella al darse cuenta de que su hija mayor ni se preocupaba por ella, ni la cuidaba, ni la visitaba. Es evidente el sentimiento de abandono y la herida psicológica que hace el hijo que abandona.
En cualquier caso, es comparable con el hecho de que tanto padre como madre deben cuidar de sus hijos. Si uno de los padres no paga la pensión, puede incluso ser penado con pena de prisión. En el caso de los padres desvalidos, la situación del dependiente es comparable física, psicológica y emocionalmente a la de un menor.

En foros de internet se habla de los casos en que los hijos que abandonan fueron maltratados por sus padres. Las relaciones de apego dan la vuelta, y los hijos se vengan por su infancia. Pero esto no siempre es así. Hay hermanos que ejercen la envidia, los celos y la rivalidad en la vejez de los padres. Castigan a los hermanos o hermanas que envidian y omiten su deber de cuidar a los padres.

La ley es tan absurda que si un anciano está abandonado por todos los hijos, es posible que servicios sociales lo ponga en conocimiento de la fiscalía y entonces un juez puede penar con multas y hasta pena de prisión a los hijos que omiten su deber. Pero en el caso de que uno de los hermanos cuide y los otros no, como que ya sabe que estas cosas pasan en las familias, es difícil que el hijo adulto que cuida pueda verse compensado, aún cuando, como en mi caso, eso afecte a su economía. De hecho, en el proceso de incapacitación legal de mi madre, el informe social que la trabajadora social de los servicios municipales de Palma presentó en fiscalía, no sirvió para que ni fiscal ni juez se sensibilizaran con la situación

¿Qué hago esta entrada por una reivindicación personal? No lo niego...Ahora ya es tarde para remediar la situación de mi madre. Pero ya que ahora no tengo la presión de cuidar a mi madre gran dependiente, y tener que poner toda la energía en el día a día, quiero aportar mi granito de arena en la concienciación de esta situación. Seguro que mi caso no es, ni por desgracia será, el único

AMAR ES UNA FACULTAD, CUIDAR ES UN DEBER

Ana Cortiñas

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