CONFUNDIR EL AMOR CON LA DOMINANCIA-SUMISIÓN

La disfunción eréctil (o impotencia) de un paciente, me ha hecho reflexionar aún más lo dañino que es el esquema dominancia-sumisión en las relaciones amorosas. Se hace aún más evidente que el cambio de roles en hombres y mujeres no puede pasar por este esquema, y que el "dominar", como hasta ahora se ha hecho con nosotras, no va a ser nunca lo que vaya a sanar las relaciones ni los daños hechos por el patriarcado.

El amor, en el esquema dominancia-sumisión, consiste en hacer lo que el otro quiere. Este esquema es el que ha sido el habitual en las relaciones de pareja, donde la dominancia es del hombre, y la sumisión es de la mujer, educada en la complacencia extrema a los deseos y necesidades del varón.

Cuando alguien domina, el amor se evalúa en función del sacrificio que hace uno por el otro pero sólo en una de las direcciones. No se valora desde la reciprocidad, sino desde un egocentrismo en donde las cosas y hechos se juzgan desde la única óptica del propio punto de vista.  Si me quisieras, esto...si me quieres, esto otro... A veces, el esquema dominancia-sumisión se invierte temporalmente de uno a otro lado, y la relación se convierte en una lucha de poder. Y así se hacen cosas que hieren al otro justificado que el otro te frustró o te hirió, se inicia una cascada de reproches que no sirven para entender el punto de vista del otro, sino sólo para provocar discusiones interminables.
Estas luchas de poder pueden ser batallas campales entre dos personas dominantes que luchan por estar en el poder, o luchas más sutiles, donde la víctima accede a formas agresivo-pasivas de conseguir el poder y, sin confrontarlo abiertamente, frustra el deseo del otro.
Así, muchas veces se alude al poder de la mujer sobre el varón a través de violencias soterradas y sutiles. Hay muchas mujeres que incluso pontifican sobre la maldad de la mujer interiorizando una violencia y  una misoginia patriarcal, sin darse cuenta (o sin querer darse cuenta) que la violencia indirecta o pasiva es el único método posible cuando socialmente se le ha vetado la voz y el derecho a una parte de la relación en función de su sexo.
Y aún cuando, en algunas dinámicas de pareja se pudiera observar esto, para mí el problema básico es el esquema de poder basado en la jerarquía de dominación.

A veces se ha hablado también del masoquismo de algunas mujeres; mujeres que de forma inexplicable se someten al deseo del otro (aunque esto también puede aparecer en algunos hombres). ¿Qué ganancia hay en someterse?
La dominancia, para una persona insegura, con miedo a la exploración de su propio mundo más allá de ciertos límites, puede ser una protección. Puede saciar una necesidad de dependencia o evitar el miedo que da volar...

El amor no debería medirse por la complacencia que una persona da a la otra. No puede haber amor sano si no hay empatía, escucha, asertividad y negociación. Es evidente que si queremos a otra persona, la tenemos en cuenta a la hora de tomar una decisión. A veces complaceremos, pero no se nos puede exigir sumisión. Y por otro lado, tampoco hay amor verdadero si delego en el otro la responsabilidad de mi vida, de mis deseos y satisfacciones...Finalmente, la dominancia-sumisión son dos polos opuestos que se tocan y se convierten el uno en el otro. Tanto el que domina como el que somete delega la responsabilidad de su vida y la satisfacción de sus deseos en el otro. Uno aparentemente es el independiente y el otro el dependiente, pero no se puede concebir un dominante sin un sumiso, ni un sumiso sin el dominante...de ahí lo enganchantes y adictivas que pueden ser estas relaciones.

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