TODO CAMBIA PARA QUE TODO SIGA IGUAL


Una de las formas de resistencia al cambio es el cambiarlo todo, pero sin cambiar la estructura subyacente. Por ejemplo, puedo cambiar de pareja, pero sigo con mi miedo a la intimidad. Puedo cambiar de trabajo, pero sigo sin enfrentarme a lo que realmente es un reto. Puedo cambiar de país, continente, universo, pero sigo con los patrones que siempre he tenido para relacionarme...
el verdadero cambio es siempre interno; y precisamente una de las formas de evitación del cambio es cambiar lo externo.
¿Por qué hacemos eso?
Yo diría que es por miedo, por una parte; y por otra sería tener una identidad rígida, poco flexible, en donde hemos situado la autoestima en una determinada autoimagen.
Me puede parecer menos aterrorizante cambiar de pareja que sumirme en los retos que conlleva la intimidad y la necesidad de crecer en la relación. Es más aterrorizante enfrentarme a la situación de que no soy capaz de mantener la relación o de que me rechacen, que ser yo la que rechace y entre en el juego de una nueva seducción, donde es un tiempo para la ilusión y el espejismo de las imágenes que se presentan.
Por otro lado, los cambios profundos significan asumir a veces ciertas pérdidas en la autoimagen. Puedo no sentirme viejo si me relaciono con alguien más joven, queriendo obviar los ciclos de la vida. Así postergo tener que enfrentarme a la vejez; o si huyo de un trabajo  puedo no tener que asumir las limitaciones a mi inteligencia  O cambiar las relaciones que me enfrentan a tener que madurar o asumir que hemos vivido una mentira o el espejismo de la autoimagen. 
A veces es también verdad que nos tendremos que ayudar de cambios externos para poder cambiar, y si eso es lo que nos da miedo, seguro que eso es lo que debemos enfrentar. Pero de nada servirá si no sentimos que eso que cambia fuera es lo que nos ayuda a la transformación interna. La transformación implica un período de revuelta, de pérdida de los lugares comunes, de posibilidades de pérdidas y fracasos y sentirse inquieto y ansioso mientras todo eso se asienta. No es fácil elegir el camino empedrado y cuesta arriba frente a la autopista asfaltada donde es fácil transitar. ¿Pero podemos llegar a todas partes por autopista? Las grandes bellezas del mundo no están en el asfalto, sino en los recónditos rincones del ser que evoluciona y se transforma.
No siempre-yo diría que casi nunca- una vida con sentido es una vida fácil

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