MERECER

Leí hace muchísimos años en un manual de terapia cognitiva de Albert Ellis, que él eliminaría del diccionario la palabra merecer. Consideraba que era una de las creencias irracionales más dañinas. Pensar que alguien merece o no merece determinada situación es fuente de sufrimiento, ya que la gente no tiene lo que se merece.
Durante años consideré esta opinión. Es cierto que la gente no tiene lo que se merece, o no siempre... Sin embargo, ya no pienso que tengamos que descartar la palabra, ni tampoco la idea, porque lo de "merecer" está en la base de un sentido de justicia que es intrínsecamente humano, y en la base del sentimiento de dignidad.
Algunas criaturas crecen en la creencia base de ser merecedoras de lo bueno, y otras crecen pensando que no, y otras que lo merecen más que los demás. El sentirse merecedor de los derechos o no, o de lo bueno, tanto como los demás, nos permite luchar por lo justo. Nos hace poner límites a los que se creen imbuidos de todo derecho negándolo a los otros. No habría justicia si no hubiera defensa, retribución y en el mejor de los casos, restauración.
El sentido de merecimiento también está en el perdón sano, aquel que hace que se pueda perdonar la ofensa sin dejar que nos vuelvan a herir.
No obstante, sí que comparto con Ellis el reconocimiento de que no siempre se tiene lo que se merece. Muchas ofensas y heridas, delitos, faltas y culpas quedan sin ser retribuidas o restauradas, y la bondad no siempre es premiada. Aún así, si no lucháramos por lo justo y lo merecido, la humanidad no evolucionaría.
Basemos nuestro sentimiento de existencia en la idea de que merecemos el amor y la justicia tanto como lo merecen los demás, y que quién no tiene en cuenta los derechos de los demás, tiene la obligación de restaurarlos

Ana Cortiñas

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