¿SANO EGOÍSMO?

Circula mucho esta expresión de "sano egoísmo" para señalar la importancia de quererse a uno/a mismo/a y no permitir la el abuso y la explotación de los demás.
El hecho de calificar el egoísmo como "sano" demuestra que no se considera que las personas que miran para sí mismas exclusivamente sean admirables. Ser egoístas es muestra de un comportamiento amoral por cuanto la máxima "ama al prójimo como a tí mismo" es el mandamiento cristiano.

Desde un punto de vista psicólogico -que no moral- ser egoista realmente implica que los grados de salud psicológica no han sido alcanzados. Desde luego, no quiere decir que una persona egoísta tenga una enfermedad mental, pero realmente indica que afectiva y cognitivamente se sitúa en su persona como centro de atención y criterio, y que, por tanto, no tiene desarrollada la empatía adecuadamente.

Así que desde mi punto de vista, el egoísmo es insano.

La palabra contraria a egoísmo es altruismo. Indica la persona que se mueve por el bien de los demás, incluso hasta el punto de dejar de pensar en sí misma para ser capaz de actos heroicos, como poner la propia vida en peligro para salvar la de los demás.
Pero en la vida cotidiana no tenemos normalmente que andar salvando vidas. La mayor parte de las veces tenemos relaciones cotidianas, con intercambios diarios de cosas simples. En esta situación, ser altruista a veces se entiende como la aceptación de los deseos del otro, la complacencia en los mismos y una capacidad de perdonar las traiciones. Así, nos encontramos que muchas personas tienen unas vidas sacrificadas y abnegadas, complaciendo a los otros hasta el grado de sometimiento siempre a los deseos de los demás. Quizá a veces podría pensarse que se justifica e intelectualiza la sumisión disfrazándola de altruismo y esa abnegación puede esconder un miedo a la libertad y a la afirmación de las propias necesidades y deseos. Pero si entendemos el egoísmo como que la única preocupación es uno/a mismo/a, nunca puede ser sano como que tampoco es sano invisibilizarnos en la ecuación que toda relación humana es.

Pienso que el fallo de esta dicotomía egoismo-altruismo puede resolverse si tenemos en cuenta que en las relaciones entre dos personas los fenómenos son siempre sistémicos. Es decir, que mi comportamiento tiene consecuencias para los demás, del mismo modo que el de los demás lo tiene sobre mí y que dichas consecuencias pueden ser diferentes a corto y a medio-largo plazo. Las interacciones entre las personas deberían medirse por el grado de equilibrio y reciprocidad en las relaciones simétricas, y responsabilidad en las relaciones asimétricas como las de los padres-hijos.


Es la relación la que también tiene que medirse en su grado de salud.

Así, si una persona altruista se relaciona con otra egoista, el desequilibrio está servido. Una de las dos tendrá presentes las necesidades y deseos de los dos y el otro no. Así que la persona altruista no tiene que ser egoísta, sino que tiene que reclamar reciprocidad.

En cuanto se incluye además el factor tiempo, se puede ver que quizá lo que es pan para hoy, es hambre para mañana. Si yo siempre me sacrifico para los deseos de los demás, doy placer, hago el bien...estoy dando el mensaje a los demás de que no importa que tengan en cuenta el deseo de los otros. Esto es importantísimo en las relaciones con los hijos. Si tenemos que enseñar que tengan empatía a los otros tendremos que enseñarselo. Es muy importante pensar que un derecho de los hijos es que aprendan a pensar que todas las personas tienen derechos y que hay que saber respetarlos.


Sólo una relación equilibrada puede ser sana

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