OLVIDO, DOLOR Y SUFRIMIENTO


No hace mucho salió la noticia de la posibilidad de borrar algunos recuerdos dolorosos. La finalidad, claro, es que la gente no sufra.
Y es que dolor y sufrimiento no es exactamente lo mismo.

El dolor es el primer golpe. El sufrimiento lo ponemos luego al añadir un significado a ese dolor. Por ejemplo, el dolor del parto es uno de los más grandes (según el ranking médico del dolor...) y, sin embargo, las mujeres que han parido deseando ver la cara de su criatura olvidan pronto ese dolor y lo llenan de sentido. No obstante, el dolor de un golpe sentido con humillación, como cuando adolescente no soporta que le den un empujón, provoca un sufrimiento añadido.

Las vías neuronales del dolor físico y el emocional son las mismas en el cerebro. Así que una fractura se siente igual que un corazón roto. Pero no todo el mundo le da el mismo significado al dolor, ni todos los golpes se dan en el mismo contexto. El concepto que hasta el momento tenemos de nosotros mismos resignifica el dolor. Si tenemos una autoestima sostenida con pinzas, cualquier mirada que no se entiende, cualquier palabra que nos suene mal, pasa a la categoría de afrenta. Si tenemos un bajo autoconcepto, un desamor tiene un efecto devastador. Pero para darle un significado al golpe, tenemos que acordarnos de ello. Si no, el golpe pasa y uno no se acuerda y no sufre. Esto lo he observado en mi madre con Alzheimer. A veces se ha caído o, a veces, habíamos discutido por algo que yo no entendía de lo que hacía ella, y al poco tiempo no se acordaba...y ¡no sufría como yo!

No recuerdo el nombre de la película, pero era una película con Jim Carrey de protagonista, representando un personaje no cómico esta vez. En ella el protagonista se somete a un tratamiento que le hace olvidar su última relación de pareja, y su pareja también. Ninguno de los dos sufre si  no se acuerdan de lo que vivieron. El hecho es que al final de la película se reencuentran de nuevo y de nuevo se enamoran...la experiencia, al ser borrada de su memoria, les impide el aprendizaje y les hace caer de nuevo en la misma situación.

El dolor y su memoria tienen una función de aprendizaje. Cada vez que nos acordamos tenemos la posibilidad de reescribir nuestra historia y nuestra identidad. En los procesos de duelo, una y otra vez pasamos por los mismos hechos, por las mismas palabras dichas, por nuestras intenciones, inhibiciones o reacciones. Cada vez es una oportunidad de ver las cosas de otra manera. Pero, ¿lo conseguimos?

Hay veces que el dolor es tan intenso, que lo vivido tiene la categoría de trauma. El cuerpo reacciona al recuerdo una y otra vez, con tanta intensidad que es como si se reviviera en la realidad todas las veces que lo recordamos. Si eso no se mitiga con el paso de los semanas, se trata de un trastorno de estrés postraumático. ¿Estaría justificada una píldora que nos hiciera olvidar? No sé...quizá. Pero no sería un proceso resiliente. No cabría la posibilidad de utilizar el aprendizaje del horror para cambiar la sociedad, por ejemplo. Muchos son activistas por la paz después de haber vivido los horrores de una guerra.

Desde luego que en el caso de trauma es importantísimo que los demás nos ayuden a resignificar ese dolor para que no se convierta en un sufrimiento permanente. Por eso son importantes también las representaciones sociales de los actos violentos. Una mujer violada en un entorno de comprensión de su dolor, podrá pasar de víctima a superviviente. En el contexto de algunos países, donde la mujer violada es una mujer mancillada, ese acto es una condena a muerte en vida.
También por eso es tan importante que la persona que escucha sepa qué decir y qué hacer, porque el sólo hecho de revivir un trauma y contarlo puede que no ayude sino que retraumatice. Los juicios sobre maltratos, violaciones y abusos sexuales tienen ese efecto retraumatizante si no hay un entorno de comprensión. No siempre ese entorno comprensivo sucede...

Ante el dolor qué preferimos ¿olvidar o aprender? A veces no es una elección. Nuestras relaciones primarias han conformado una estructura defensiva. Si cuando éramos criaturas, no pudimos hablar de los que nos dolía, el único mecanismo posible es escindirse del dolor. Pero el desarrollo de esa escisión es un falso self.

Por eso, a veces crecer y sanar emocionalmente necesariamente implica recordar y revivir las emociones. Eso no es un problema si lo podemos hacer en un entorno de seguridad que nos ayude a resignificar nuestros dolores. No hay aprendizaje posible sin los demás, aunque los demás sean una lectura que nos haga vernos de diferente manera...


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