UNA SILLA VACÍA EN NAVIDAD




"Una silla vacía" es el título de unas conferencias que la psicóloga Alba Payás, especialista en duelo, ofrece por ciudades catalanas en estas fechas. Es un recordatorio de la dificultad para pasar estas fiestas que tienen las familias en las que un miembro ha muerto.
Sin embargo, no sólo son difíciles estas fechas para las personas que han perdido a alguien; también son muy difíciles para todas las personas que enfrentan una pérdida, sea del tipo que sea. Que digan que no les gustan las navidades es frecuente en todos aquellos que se han separado de la pareja, para los adolescentes que viven en familias donde el maltrato, la negligencia afectiva o el abuso es continuado a lo largo del año o para cualquiera que se haya tenido que enfrentar a una adversidad.
Aunque no se sea religioso/a, la Navidad es un momento difícil por toda la presión social que existe alrededor de estos días. Es el momento en que todos se hacen regalos (la presión para consumir) y se reúnen alrededor de comidas suculentas y más lujosas de lo habitual en familia. Que no estén todos alrededor de esa mesa, o que parejas ya no existan y se deban repartir los niños entre uno y otro y sus respectivas familias, o que no sea agradable reunirse con los otros, o que las dificultades económicas sean tan fuertes que los regalos y las comidas no son posibles, nos enfrentan con la realidad de las pérdidas y las ausencias.
¿Cómo nos podemos enfrentar a la ausencia?



Para aquellas familias en las que falta alguien o se han disgregado, puede ser útil si el trauma es muy reciente, cambiar el ritual. Se puede ir a otra casa a celebrarlo, o se puede decidir viajar y hacer una actividad totalmente diferente a la que se hacía, incluso para iniciar un nuevo ritual en estas fechas.

Pero no siempre es bueno escapar del dolor. Si la evitación del dolor se hace permanente, todos los otros sentimientos asociados se bloquean también, pues cualquier sentimiento de amor está asociado a la posibilidad de la pérdida y la frustración. A veces, en las separaciones conyugales, se inicia una nueva relación rápidamente, sexualizando el dolor, pues el placer momentáneo nos anestesia de conectar con él. Pero estas relaciones sin amor profundo son insatisfactorias a nivel profundo...las necesidades más íntimas de nuestro ser quedan sin resolverse. Igual ocurre si estamos siempre en permanente actividad o cambios que se utilizan para desconectar de nuestras emociones.


El dolor necesita atravesarse para poderse resolver. El dolor es el síntoma de que algo importante esa persona o situación nos satisfacía, con lo cual negar el dolor o evitarlo, es negar y evitar la escucha de nuestras necesidades profundas.

Para atravesar el dolor es necesario tener la capacidad de soportarlo. Por eso en un primer momento puede ser útil evitarlo para coger fuerzas, pero esta evitación debe ser temporal y al servicio del afrontamiento posterior.
Para atravesar el dolor es necesario tener a alguien incondicional con el que podamos expresarlo con intensidad y sin temor de ser rechazados o retraumatizados por sentirlo. Algunos amigos y familiares, con la intención de ayudar, producen el efecto contrario cuando aconsejan a los dolientes a animarse y a hacer cosas que los distraigan después de que han escuchado cientos de veces las mismas quejas y sentimientos. Pero es necesario expresar numerosas veces lo que sentimos para que podamos superarlo. Por eso en ocasiones es bueno pedir la ayuda de un profesional que entiende lo que ocurre cuando alguien sufre una pérdida. No hay que avergonzarse por ello. No somos más débiles si pedimos ayuda; todo lo contrario: demostramos fortaleza para ser capaces de iniciar el camino de contacto con lo más íntimo de nuestro ser.



Y es que escuchar el dolor nos llevará, seguro, a la conexión con nuestras necesidades más profundas. Sabiendo cuáles son en realidad nuestras necesidades, nos encaminaremos a la posibilidad de una vida profundamente satisfactoria y al desarrollo de nuestra sabiduría al aprender a aceptar todos los aspectos de la vida. En la vida hay sufrimiento -decía Buda- y negarlo sólo es fuente de más dolor... Al aceptar el sufrimiento que nos da la pérdida, nos abrimos a reconocer, recordar y tener presente todo aquello que la persona que falta o la situación nos dió y que conservaremos siempre en el tesoro del corazón.

Ana Cortiñas




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