AMOR PURO


 
Iris Murdoch
Necesita amor, pensó Cato. Quiere amor. Todas las almas lo quieren. Hay aquí una simplicidad que al egoismo humano le resulta demasiado tortuoso aceptar. El mal puede curarse por medio del amor puro. No hay ninguna otra cosa que pueda hacerlo.
Henry y Cato, de Iris Murdoch

Esta cita del libro de Iris Murdoch me hizo recordar lo que cuenta Maurizio Stupiggia en El Cuerpo Violado sobre sus pacientes de abuso sexual. Dice de ellos que provocan muchas situaciones difíciles con sus relaciones y parejas, lo que él llama la búsqueda del amor puro.

Realmente, alguien que ha sufrido los abusos y violaciones de otros, que supuestamente debieran protegerle, necesita poder confiar,  y pondrá numerosas pruebas a los otros para confirmar que son dignos de su confianza y que son queridos de verdad. Este tipo de pruebas puede malograr las relaciones, o bien, si provocan un crecimiento personal de los dos, pueden tener experiencias de conexión íntima de mucha intensidad.

Pero ¿existe eso del amor puro? ¿ o eso que llamamos amor es algo circunstancial y mezclado por otros intereses egoístas?

En el imaginario colectivo sí que existe eso del amor puro, a veces también puede llamarse amor incondicional. No sólo existe en el campo de las relaciones de pareja, sino que también se plantea en las relaciones de amistad. De hecho, la gente valora las relaciones que superan el tiempo, las adversidades, las que te hacen sentir apoyado y querido, los amigos que están ahí cuando los necesitas, las parejas capaces de superar errores y desencuentros... Son las pruebas del amor. Quizá podríamos decir que son las pruebas que construyen el amor. La literatura popular, con sus cuentos de hadas en donde los héroes y heroinas son sometidos a pruebas hasta que encuentran el amor, es el simbolismo cultural de ese imaginario.

¿Pero son todas las relaciones así? Si valoramos muchas de las amistades y parejas, el enamoramiento desaparece, las amistades se rompen y no superan las situaciones vitales; y sin embargo, si alguien nos hubiera preguntado en los primeros momentos, el sentimiento de amor era real. 
Muchas otras relaciones que se pueden observar se mantienen por dependencia (¿sabríamos estar solos?), por intereses comunes, por no pasar el tiempo solos, por carencias en la infancia que hacen soportar las medias tintas y hasta los desprecios y maltratos, y a veces consideramos esto amor...
El beso de Klimt

Frente a esta realidad, caben dos posturas cínicas. La primera es pensar que el amor puro no existe. El amor es lo mismo que el sentimiento de amor, y eso pasa con el tiempo. Antes te quería y ahora no, así que es normal cambiar de amistades y pareja. Se ha llegado a hablar que eso de la pareja, si es monógama, es -en el mejor de los casos- una monogamia sucesiva, igual que las amistades, que se van dejando por el camino. Una variación de este tema es la agamia, de la que hablé en otra entrada del blog.
La segunda postura cínica es pensar que el ser humano es egoísta, y que siempre estará junto a otros por una necesidad, o por resolver carencias infantiles. En el mejor de los casos entonces, el amor puede ser un buen negocio en donde todos los participantes ganan.

Pero ¿y si existiera el amor puro? ¿Podría el ser humano utilizar todas sus experiencias relacionales para destilar la piedra filosofal del amor? El amor entonces, iría más allá de los sentimientos pasajeros, y estaría unido a la generosidad y el perdón. Pero aquí ya nos metemos en terrenos espirituales...

Ana Cortiñas

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