LOCURA

La locura puede ser, entonces, sana o insana. Será sana cuando aún a pesar de hacer lo que deseamos, no perdemos la conexión con la vida y con los otros. No obedecemos, pero no agredimos. Quizá marchamos solas o solos, pero no aislados del afecto. Nos rebelamos, pero no necesitamos ni el poder ni el dominio. No necesitamos tampoco del orgullo, porque la dignidad es nuestra base. No nos miramos en otros pero tampoco necesitamos huir de su mirada.
La vida es un ciclo que empieza en la espontaneidad infantil y que, con suerte, acaba en la locura del que la puede experimentar en libertad, sabiendo lo necesario para no estar con la desprotección que se tiene de niño.
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