VENGANZA: DEJARSE LLEVAR POR EL CORAZÓN

La muerte de Bin Laden pone sobre el tapete el tema de la venganza.
Creo que todo el mundo puede entender ( y aún más en España, que sufrimos el 11-M y el terrorismo de ETA) el dolor y la rabia que se produce ante un ataque indiscriminado que mata a nuestros amigos, parientes, conocidos, compatriotas. El trauma causado por otro ser humano es mucho más difícil de superar que el causado por una catástrofe natural o un accidente. En estos casos, un elemento que produce mucho dolor es pensar que otra persona ha tenido la intención, ha querido hacerte daño.

La reacción normal tras el dolor es la rabia, que nos impulsa a una acción violenta también. Hay un deseo justificado de reparación del daño y una compensación por nuestro dolor.
Dejarse llevar por los sentimientos (comprensibles, por otra parte) implica una acción vengativa para que el otro pague con la misma moneda. Esto se representa por la ley bíblica del Talión; justifica la "war on terror" de los americanos que otros países apoyan.

Finalmente y tras diez años de guerra que han supuesto más muerte y dolor, se ha matado al fundador y el impulsor de los ataques terroristas.

Sin embargo, no todos lo celebramos ni todos piensan que eso vaya a arreglar nada. Ni siquiera todos los americanos; ni siquiera todos aquellos que perdieron a seres queridos en los atentados de las torres gemelas. Ha habido personas que han comunicado que esto no les va a compensar, porque se dan cuenta de que generar más dolor no es la solución a su pérdida y su sufrimiento.

Porque la reacción emocional, dejarse llevar por los sentimientos sin ser integrados en una reflexión sobre las consecuencias deja, a su vez, otro rastro de dolor y rabia (vale, eso era lo que queríamos, que sintieran el mismo dolor que nosotros) y deseos de...venganza. Dejarse llevar por los sentimientos (corazón) sin valorar cuál es el resultado final tiene por consecuencia el mismo dolor y ciclos interminables y recurrentes de violencia.

El dolor de las víctimas y la rabia deben oirse y ser escuchados. La empatía con nuestros sentimientos es un requisito imprescindible para la recuperación física y psicológica del trauma.
Pero como personas y sociedades deberíamos buscar medios de reparación, de gestión de conflictos que no se salden con más muertes, más dolor y más rabia.

Es necesario siempre reflexionar e integrar los sentimientos de tal modo que razón y corazón vayan de la mano. Una vez más, la visión integral y sistémica debe ser facilitada y desarrollada.

Como individuos debemos pedirles a nuestro gobernantes que regulen y reflexionen sobre sus emociones y sus ansias de dominación. Le damos poco valor social a la madurez emocional y el desarrollo moral de nuestro gobernantes, pero nuestro mundo requiere que nos relacionemos con nuestras emociones de forma mucho más consciente...ciertas decisiones nos perjudican a todos.



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