AMOR Y CELOS

Muchas veces, en mis conversaciones con chicas, se ha planteado el tema de los celos. En muchas conversaciones en donde me cuentan las limitaciones que se ponen mutuamente con sus parejas, ha surgido el tema de limitar el contacto con otros chicos o chicas. Esas limitaciones se interpretan -salvo por las personas que tienen claro el tema de la libertad y la confianza- como muestra de amor. Si le importa el que me vaya con otro o con otra es que me quiere...
Tienen su parte, sólo su parte, de razón.
El amor es un sentimiento-emoción que nos lleva a desear estar junto al otro. Muy ligado al deseo de estar junto al amado o amada, está la ansiedad de separación, aquella angustia que nos hace temer estar lejos, no volver a ver nunca más a la persona que queremos.
Existe una biología del amor. Es en el amor y en el cuidado del otro donde se sustenta nuestra supervivencia. Por contra de lo que creen muchos que se creen darwinistas, la supervivencia de la especie humana se sustenta en el amor. ¿Cómo sobreviviríamos si no pudiéramos estar junto a la madre que nos protege y nos da seguridad? Así que la ansiedad de separación, el miedo que nos da la soledad es un elemento que nos da la señal de alarma porque podríamos morir si estamos alejados de nuestra fuente de seguridad que es nuestra madre. Es el apego, nuestra necesidad biológica primaria de estar al lado de alguien que nos cuide y proteja y nos de el afecto necesario para sobrevivir.
Los celos se fundamentan en el miedo a la pérdida. Con las muestras de celos pretendemos llamar la atención sobre nosotros, y que el ser amado deje de mirar al otro. Esto es válido para la relación entre hermanos en su rivalidad por merecer la atención de la madre o el padre, como en las relaciones de pareja.
Si las cosas funcionan bien, podemos superar los celos porque aprendemos que podemos seguir confiando en que el otro nos seguirá queriendo a pesar de que aparezcan más personas en el horizonte. Cuando una madre confirma al hijo o la hija mayor que seguirá queriéndole a pesar de la llegada de un hermano o hermana, promueve un sentido básico de confianza y seguridad. El amor no es exclusivo: si quiero a una persona puedo querer a más sin que el amor dismimuya. El amor no funciona como una cuenta bancaria, en  que si yo retiro dinero, tengo de cada vez menos. El amor es inclusivo, y cuando aprendemos a querer a una persona, podemos querer a muchas más...
No siempre las cosas funcionan bien...por diversos motivos, no logramos interiorizar un sentimiento de seguridad y confianza. Quizá nuestra madre y nuestro padre no supieron ampliar el amor, sino que de forma narcisista y excluyente, prefirieron a un hijo frente a otro, puede que por su sexo, su temperamento o lo que fuera.
La inseguridad así aprendida, se traslada a todas las relaciones futuras en donde haya cercanía e intimidad. Nos podemos poner celosos de posibles rivales en el amor de pareja y en la amistad. Y frente a los sentimientos de celos, podemos reaccionar introvertidamente, sufriendo, o extrovertidamente prohibiendo. Si la cultura fomenta las relaciones de poder y posesión, como en esta sociedad desigual para los géneros, las prohibiciones se legitiman y se consideran adecuadas y normales.
Pero los celos no indican amor. Indican inseguridad en el amor, una dificultad para amar en confianza...

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