INTEGRÁNDONOS

Muchas veces, hablando metafóricamente, nos describimos diciendo que nuestra razón nos dice una cosa y el corazón otra, como si en nosotros convivieran dos personas más junto a nosotros, que nos hablan.
Parece que nos podemos guiar por dos diferentes caminos...


Realmente procesamos dos tipos de información; nuestro cerebro está preparado para eso. Por una parte, procesamos rápidamente, y no necesariamente de forma consciente, aquellas situaciones que nos dan placer-displacer, pueden ser amenazantes o peligrosas o por el contrario nos dan protección. Nos guiamos por los afectos y emociones que nos producen las relaciones e interacciones con el entorno.
Pero nuestro cerebro procesa otro tipo de información, que no es emocional sino cognitiva. Tiene que ver con el conocimiento no sólo de qué sino de por qué y cuándo. Permite discriminar las situaciones en las que nos encontramos en una situación agradable y/o segura y las que no.
Así, algo puede llamarnos la atención como una posible amenaza, pero sabemos por el contexto que, aunque lo parezca, no lo es. Por ejemplo, nos pueden insultar pero vemos que la persona está borracha y no le hacemos caso. O nos insultan, pero tenemos la suficiente confianza en nosotros mismos para saber que eso no es realmente una amenaza para nosotros; la mirada del otro no nos determina.
Es por eso, por la capacidad de integrar la información emocional en un contexto donde se valoran más datos, que podemos controlar la intensidad y las tendencias de acción que la emoción predispone.
El procesamiento cognitivo, jerárquicamente superior, pero más lento y que requiere de más conexiones internas, nos permite analizar e integrar la información corporal, sensoriomotriz y emocional. Por eso se habla a veces de razón y corazón como si tuviéramos más partes. En realidad no tenemos dos partes separadas, sino dos fuentes de información que pueden estar integradas o no.
No tenemos que decidir por una parte o por otra, sino que debemos integrarnos, lo que nos va a dar un sentido de identidad corpomental, una sensación de autenticidad y completud.

Ninguna decisión y experiencia de vida satisface profundamente si no se hace integrando nuestras necesidades y deseos y sentimientos (corazón) con la mejor forma de conseguirlo según nuestros valores, creencias y reflexión sobre las consecuencias (razón).

Pero una decisión aún más completa y evolucionada se produce cuando en la valoración de los sentimientos y necesidades se tienen en cuenta, no sólo los nuestros, sino también los de los demás. Entonces, el análisis de los posibles resultados y alternativas se hará equilibrando el yo-otros en un nosotros.


Ana Cortiñas





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